dimecres, 27 d’octubre del 2010

PETITA ANÈCDOTA CANINA

Un dia, la Kira Sam Cocacola Light estava afamada,
I per solucionar-ho va tenir una pensada.
Sense vacil•lar, va acostar-se a la motxilla de mon germà,
L’obrí, i agafà el seu esmorzar d’una revolada.

El meu germà buscava, tot preocupat, el seu esmorzar,
Quan de cop, paper de plata al jardí va divisar.
La gespa estava plena d’alumini, pa i pernil salat
Que la Kira Sam Cocacola Light s’havia menjat.

diumenge, 17 d’octubre del 2010

Highschool Bizarre Chronicles Capítulo 5 (IV)

- ¿Y hace mucho que trabajas como actor?
- ¿Es difícil interpretar un papel tan complejo como el de Chris?
- ¿Te molestan mucho tus fans?
- ¿Me das tu número de móvil?
Y así ad nauseam. Nicholas Pink empezaba a notar cómo se mareaba, aturdido de toda la adoración que repentinamente había despertado Max. Doris y Al se habían sentado cada uno a un lado del chico, y le estaban atosigando con preguntas; las de Al más generales, típicas de una cita, y las de Doris directamente se iban a la categoría de fangirl en ebullición. El chico intentaba contestarlos a ambos, pero se notaba hacía que dirección se le iban los ojos entre respuesta y respuesta.
Pero lo más peligroso es que ahora, no sabía exactamente cómo, estaba sentado en el lado de Mary Sue.
- Bueno, Nicky, parece que nos han excluido de la conversación –apuntó la chica con una dulce sonrisa.
‘¡Es el diablo! ¡Hizo que viniera el tío bueno para tenerme sólo y desprotegido ante ella! ¡Tengo que huir!’
- Sí, qué se le va a hacer…
Una risita musical.
- En fin, ¿Y cómo te ha ido el día?
‘Fatal; por tu culpa, la mitad de la clase pide mi cabeza en bandeja de plata, y además, ahora me has quitado a las dos únicas personas que están dispuestas a pasar su rato libre conmigo. ¡Mamona!’
- Eeh… Bien, bien. ¿Y el tuyo?
- ¡Genial! Estoy muy contenta de poder charlar contigo así, a solas, sin que nadie moleste…
Nick tragó con dificultad. Tenía que idear una vía de escape inmediatamente, o su vida dependía de ello. El rostro de Mary Sue estaba peligrosamente cerca del suyo, y podía sentir su intoxicante olor a flores silvestres.
- Tengo que ir a tomar el aire –anunció de repente, atrayendo todas las miradas hacia sí.- La tarta no me ha sentado muy bien.
Doris entrecerró los ojos.
- ¿Tarta? ¿QUÉ tarta? Todavía no hemos comido nada…
Nick se mordió el labio, notando como un pequeño tic nervioso le aparecía bajo el párpado izquierdo.
- ¿Seguro? Bueno, entonces será el bocata de la comida… O lo que sea. Me encuentro mal. Voy a fuera. – “Seguid con vuestra ceremonia de cortejo, traidores”.
- Te acompaño –se ofreció solícita Mary Sue.
- ¡No! – chilló Nick. Luego, rectificó.- No, no es necesario, sólo necesito que me dé el aire un momento. Enseguida vuelvo.
- Insisto – ronroneó la chica.- Así tendrás alguien con quien charlar.
Y antes de que pudiera añadir algo, lo tomó por el brazo y lo arrastró hacia la puerta, dejando atrás la mesa y el pequeño drama que empezaba a formarse ahí.
Avanzaron hasta la entrada, dónde se quedaron justo delante de la puerta; suficiente para que pudiera contemplar el exterior, pero no para escaparse. Nick suspiró. Se sentía impotente y vencido. Mary Sue iba a hacer con él lo que quisiera; nunca iba a rendirse. Por eso, no opuso resistencia cuando notó que los brazos de ella se apoyaban en su pecho, en una especie de abrazo romántico. ‘Por favor, que termine rápido’, fue lo único que pensó.

Por suerte o por desgracia, no muy lejos había alguien dispuesto a cumplir su deseo.
- ¡FURCIAAAAAAAAAAAAA! ¡ESTÁS ABRAZANDO A MÍ NICKY! ¿CÓMO TE ATREVES? –chilló Phyns interiormente. Exteriormente, sólo soltó un bufido y arrancó un par de páginas de Romeo y Julieta; no quería ser descubierta, aunque eso significara contener su rabia.
Ignoraba cómo había conseguido la princesita traer a ese actor para hacer de carnada, pero ahora Nick había quedado sin protección, vulnerable ante el poder de Mary Sue, y ella, Phyns Blackburn Sixstars Evilmaster, iba a estar allí para evitar la corrupción de la inocente alma de su amor platónico.
Cuando vio que la cara de bruja rosa quedaba demasiado cerca de la de su querido Nicky, Phyns comprendió que tenía que poner en marcha el plan B, sólo para emergencias.
Y eso lo era.
- Pasemos al plan B–comunicó a sus fieles aliadas, quienes la escuchaban atentamente. – ‘FUEGO PURIFICADOR’
- ¿Es este el de lanzar los dardos con somníferos? –preguntó Evelyn confusa.
- No, pedazo de ramera –explicó pacientemente Emily.- Este es el ‘SWEET NIGHTMARE’. El de ‘FUEGO PURIFICADOR’ es el de incendiar el local agrupando todas las servilletas y prendiéndolas con nuestros mecheros.
- ¡Que no, analfabetas! –chilló Phyns exasperada.- ¡El de quemar el local era el de ‘BURN TO ASHES’, y al final dijimos que mejor que no, ya que los clippers de Jack Skeleton podrían salir dañados!
Las gemelas Nightfall se miraron un momento.
- Y entonces, ¿cuál era el ‘FUEGO PURIFICADOR’? –hablaron las dos a la vez.
Phyns inspiró profundamente. Soltó el aire. Volvió a cogerlo y contó hasta diez. Y de repente, se levantó abruptamente y se puso la mano dentro la gabardina.
- ¡TENGO UNA BOMBA EN MI PODER, Y NO DUDARÉ EN USARLA! –gritó a todo volumen para que todo el mundo lo oyera alta y claro. Entonces se giró hacia sus subordinadas.- ¿Lo veis? Éste era el ‘FUEGO PURIFICADOR’ –añadió susurrando.
- Ah, cierto. Lo de fingir que éramos terroristas y tal –apuntó Emily, antes de recibir un codazo por parte de su hermana.

dimecres, 13 d’octubre del 2010

BURNT

How many ashes do you need to light a fire again?
Not a lot, really; in fact, you need just one. With a single piece of the remains you can bring back all what once upon was and now isn’t anymore.
I was the ash, and he…

…he was the fire, ready to burn me.

dijous, 7 d’octubre del 2010

Highschool Bizarre Chronicles Capítulo 5 (III)

Finalmente optó por pellizcarle el brazo disimuladamente a Al.

-¡Joder! – exclamó este dando un brinco.- ¿Qué coño te crees que haces, tío?
A la porra la discreción.
- Nada, nada –se apresuró a tranquilizarlo Nick.- Tenías un mosquito e iba a picarte, pero le he matado –últimamente se había vuelto excesivamente bueno mintiendo. ¿Era otra de las consecuencias del marysueismo?
- Humpf, supongo que te debo mi vida, entonces – aunque estaba ligeramente molesto, Al parecía haber vuelto a su estado normal. Lástima que con Doris no fuera tan fácil.

- Supongo que dentro de poco va a llegar mi amigo –dijo Mary Sue mirando su reloj de muñeca, una delicada pieza de artesanía. Nick no sabría explicar por qué, pero estaba convencido que estaba hecho con plata de primera ley.- Ha llamado hace un rato diciendo que le había surgido con contratiempo y que intentaría ser aquí lo más pronto posible.
- Claro –asintió Doris, muy comprensiva.- Estará muy ocupado. Nunca se sabe, trabajando como actor…
Nick y Al intercambiaron una mirada de hastío.
- Bueno –siguió Mary Sue mientras les sonreía coqueta.- Sabéis muchas cosas sobre mí, pero yo todavía no sé nada sobre vosotros… -aquello era una verdad a medias. De hecho, después de volver de su segundo día al St. Puff, se había dedicado a rastrear en la red todo lo posible sobre sus nuevos compañeros.
Sabía que Nicholas jugaba en el equipo local de fútbol, que el año pasado había suspendido tres asignaturas y que cuando tenía siete años había estado hospitalizado por ‘causas desconocidas’. También que su padre vagaba en paradero desconocido, y que su madre era una de las principales forenses del centro policial de la ciudad.
Doris había nacido en el Tíbet, hija de una monja budista guerrera y un cazador con ascendencia vikinga, que había ido a vivir en Backshead justo antes de empezar la secundaria. Actualmente vivía con sus tíos en una pequeña casa, y practicaba taekwondo y kárate seis horas cada semana.
Alexander había sido expulsado de diez escuelas privadas diferentes en primaria por mal comportamiento o falta de motivación; también tenía antecedentes debido a un desafortunado incendio en la cocina de Nick cuando ambos tenían doce años. Su madre era la presidenta de la Hummingbird Corporation, una importante empresa de tecnología punta.
Pero Mary Sue tenía que mantener las apariencias por encima de todo.
- ¿Y qué quieres que te contemos? – dijeron Doris y Al a la vez, sólo que usando un tono de voz distinto; el de Doris era servil, mientras que el de Al marcaba una clara hostilidad, como diciendo ‘vete a la mierda’.
- Pues…-empezó Mary Sue dudosa.- No sé, cualquier tontería… ¿Hace mucho que sois amigos?
- Sí –afirmó Nick.
- No –negó Al.
- No somos amigos –apuntó Doris. -¿Qué?- añadió luego al ver la cara de los chicos.- Sois unos capullos, sólo voy con vosotros porque hacéis lo que a mí me da la gana.
- Oh, vaya…- murmuró Mary Sue.-
- Bueno, la verdad es que no hay mucho que contar –se excusó Nick, después de un largo y tenso silencio.- Todos llevamos una vida más bien corriente.
“Hasta que llegaste tú” añadió para sus adentros.
- Nick tiene razón –lo secundó Al.- Backshead es una ciudad más bien aburrida. Exceptuando la violencia y la contaminación, claro.
- Recorcholis –Mary Sue parecía ligeramente decepcionada.
De repente Doris sacó una navaja suiza del bolsillo del pantalón.
- A ver, nenes, si mi amiga quiere saber, vosotros le informáis –les amenazó blandiendo el arma.- Vamos, ya podéis empezar; quiero que cantéis incluso vuestro grupo sanguíneo.
Nick dio un respingo, comprendiendo que la advertencia iba únicamente por él, y justo cuando iba a empezar a hablar, se percató que a su lado había un chico al que no conocía. Era alto, moreno y todo en él parecía chillar ‘tío bueno’.
Y a juzgar por la mirada de sorpresa y placer que le dedicó Doris, era el famoso amigo de Mary Sue.
Genial, pensó Nick, las cosas no podían ir peor.
- Chicos, chicos, -empezó Mary Sue picando su vaso con la cucharita.- Os presento a Max T. Jackson. Es el amigo de que tanto os he hablado.
Doris respondió, más o menos, con un pequeño ruido orgasmático, y Nick giró la cabeza, fastidiado, murmurando un cortante ‘hola’. Miró a Al, esperando poder compartir su asco y aburrimiento.
A su mejor amigo se le estaba cayendo la baba encima la mesa. Y no metafóricamente.
Nick aprendió una gran lección: “Nunca pienses que las cosas podrían ir peor…”
- Hola, chicos, encantado de conoceros –dijo Max con una sonrisa de oreja a oreja.- Y también de verte otra vez, Alexander.
“…porque lo harán”.

dilluns, 4 d’octubre del 2010

Highschool Bizarre Chronicles Capítulo 5 (II)

En ese momento, la puerta de El Cerdo Misógino volvió a abrirse y entraron cuatro jóvenes, y Jim supo al instante que eran los que estaban esperando la chica-mapache y sus secuaces. Dios los cría y ellos se juntan, pensó, mientras examinaba cuidadosamente el grupo recién llegado. Una chica rubia y pálida se había embarcado en una conversación con la camarera, a la que parecía conocer; probablemente era una clienta habitual. Llevaba un vestido celeste muy veraniego y vaporoso, y tenía una elegancia natural que lo captivó enseguida. Iba cogida al brazo de un chico pelirrojo, que lucía una expresión de entre horror y bochorno en el rostro, y vestía un horrible suéter rosa. Detrás suyo, una chica teñida de verde lima y con unos pantalones morados de manzanas amarillas examinaba el platillo de las propinas. El pelo le llegaba a medio cuello, excepto el que le caía de delante las orejas, que alcanzaba los hombros. Al ver que todavía ningún cliente había dejado nada, se giró decepcionada, y entabló conversación con el último miembro del grupo, un chico delgado y moreno que llevaba una camiseta de Nirvana y el pelo recogido en una pequeña coleta.
Un grupo pintoresco, decretó Jim, y aguardó la reacción del trío que tenía detrás.
No hubo ninguna, a parte de un silencio y una tensión sepulcral. El trío de siniestras se habían colocado bien las gafas y se habían subido las solapas de sus gabardinas, llamando inevitablemente la atención.
Pero por algún tipo de extraña casualidad, el grupo recién llegado no se fijó en ellas. Fueron directamente a una mesa al lado de un amplio ventanal, adornado rústicamente, y se sentaron ahí después de ordenarle sus pedidos a la camarera.
Jim Brewster los miró frunciendo el cejo. Parecían un grupo relativamente normal pero, ¿qué hacían esas psicópatas emos detrás suyo?


- Pues no está mal este lugar – declaró Al observando las calles a través del cristal. Como no era una zona especialmente peligrosa, sólo se apreciaba una pequeña calle de casas adosadas y un campo de trigo. – No había venido nunca por aquí.
- Ya –le secundó Doris, mientras se guardaba los sobres de azúcar de la mesa dentro el bolsillo. – Es bonito. Volveremos.
- Me alegro que os haya gustado –dijo Mary Sue sonriente.- Lo encontré el otro día por casualidad, mientras recogía a gatitos abandonados de la calle.
“¿Qué mierdas es esto?” pensó Nick notando como empezaba a ser presa de un ataque de nervios. Mary Sue estaba lavando sus cerebros a un ritmo gradual, y ninguno de sus amigos parecía notarlo. Doris estaba repentinamente encantada con ella, y Al tenía la cabeza en las nubes desde la mañana y no se enteraba de nada.
El amor, ese sentimiento tan terrible, los había aprisionado a todos. Nick se dio cuenta de que tenía que liberarlos.
La cuestión era cómo. En algunas películas había visto que para liberar a una alma captiva se tenía que sacrificar el cuerpo, por muy doloroso que eso resultase, para que ésta pudiera avanzar hasta la siguiente vida, pero en ese momento no se sentía demasiado predispuesto a matar a sus amigos. Y menos usando el cenicero, lo único que había encima la mesa; probablemente Doris le descuartizase antes de que ni siquiera lo levantara.

diumenge, 3 d’octubre del 2010

Musas

- ¿Qué te pasa, amiga? Hoy pareces más triste que de costumbre.
- Déjalo, jovial Talía, no es un problema que alguien superfluo como tú pueda comprender.
- ¡Seguro que sí, mustia Melpómene! Al fin y al cabo, estamos hechas para ayudarnos mutuamente.
- Pero, ¿no lo entiendes? No puedo explicarte lo que oprime mi corazón porque tú serías incapaz de ponerte en mi sitio; al fin y al cabo, nunca te tomas nada en serio. Para ti, la vida es chanza, y nosotros títeres animados. Te escapas en tu mundo de risas para ignorar a los que vivimos de lloros en las desgracias cuotidianas. ¿Cómo quieres que te cuente algo si sé que luego te pondrás a reír y me dirás que no es tan grave?
- Puede que porqué sé que no será tan grave.
- ¿Y cómo lo sabes? ¿Acaso las Moiras te han prestado su ojo para ver a través de mí?
- ¡Oh, Melpómene! ¡No te enfades, sólo quiero ayudarte! Claro que si mi presencia es molestia, siempre puedo llamar a alguna nuestras hermanas. Pero déjame decirte que si tu problema es que andas baja de ánimos, ¡nadie mejor que yo para alzarte el humor!
- No necesito de eso, gracias. Es algo tan… innecesario.
- Está bien, me retiro.
- ¡No, no! Espérate, quédate un rato más. Necesito charlar con alguien, y sólo estás tú por aquí.
- Claro, es que tú nunca sales. Deberías ir a dar una vuelta de vez en cuando.
- Cada vez que desciendo me encuentro con peores escenas; enfermedades, guerras, peleas, traiciones… Hombres que matan a su esposa, hijos que traicionan a sus padres, tíos que envenenan a sus propios sobrinos…Para contemplar tanta miseria, creo que estoy mejor aquí recluida. Al menos, aquí no hay dolor. O no tanto. Pero algo de conversación sí que es necesario a veces; el Parnaso puede ser tan solitario…
- Pero eso es porque te empeñas en ver la parte negativa de la vida, Melpómene. Piensa en las fiestas, en los niños corriendo y jugando, ¡en los amantes besándose! ¿Eso no te dan ganas de saltar y bailar?
- Tarde o temprano, las risas se transformarán en llanto.
- Y luego volverán a ser risas.
- Y luego llanto otra vez. ¿No ves, jovial Talía, que es un círculo vicioso?
- ¿Acaso tú no te entristeces cuando la gente llora? A mí se me encoge el corazón, y entonces doy lo mejor de mí misma para que vuelvan a soltar alegres carcajadas.
- No lo entiendes, jovial Talía, para variar. Yo soy feliz cuando ellos se lamentan, porque es mi naturaleza ser así. Y mi trabajo, también. Y es por culpa de esto que estoy así de gris; ya no lloran. Ahora sólo se enfadan, se maldicen, se matan, pero no lloran. Y sin sus lágrimas, yo me marchito y me vuelvo débil. Sí, ya sé lo que vas a decir: “¿Por qué no entras en sus casa y les das aquello que perdieron?”. No es tan fácil, jovial Talía, porque yo puedo inspirarles, pero no puedo arrancarles gemidos, ni infligirles dolor. Los escritores ya no quieren pensar nuevas tragedias, y las viejas ya sólo hacen reír al público.
- ¡Eso no es malo!
- No es malo para ti, mi querida hermana, pero para mí lo es.
Por primera vez, Talía permaneció silenciada durante un breve rato.
- La inspiración ya no funciona. ¿Será que hemos perdido poder?
- ¿Por qué dices tal cosa, hermana?
- Porque quizás tus problemas sean también los míos, mustia Melpómene.
- ¡Eso sí es una sorpresa! ¿Por qué deberías estar tú preocupada por la miseria de los humanos?
- Porque alegría y tristeza son equivalencia, al igual que día y noche, amor y odio, vida y muerte. Sin una no existe la otra.
- No es cierto; míralos. No tienen motivos para lamentarse, por lo cual ríen y ríen todo el rato, sin parar. ¿Acaso toda esta felicidad no te ensancha el corazón, al igual que a mí me lo oprime?
- Para nada. Sí, se ríen, pero al no haber lágrimas, su risa no es genuina. No es más que un seguido de sonidos deshilachados, sin sentido y sin emoción. Gritan, palmean, bailan, pero sus gestos no tienen ningún significado; no es comedia, es ausencia de tragedia. Fíjate bien, mustia Melpómene, porque en realidad, no asoman ni al borde de la felicidad.
- ¿Qué es, entonces, lo que sienten? Desde luego, no tristeza.
- Ni felicidad ni tristeza; restan vacíos.