dijous, 7 d’octubre del 2010

Highschool Bizarre Chronicles Capítulo 5 (III)

Finalmente optó por pellizcarle el brazo disimuladamente a Al.

-¡Joder! – exclamó este dando un brinco.- ¿Qué coño te crees que haces, tío?
A la porra la discreción.
- Nada, nada –se apresuró a tranquilizarlo Nick.- Tenías un mosquito e iba a picarte, pero le he matado –últimamente se había vuelto excesivamente bueno mintiendo. ¿Era otra de las consecuencias del marysueismo?
- Humpf, supongo que te debo mi vida, entonces – aunque estaba ligeramente molesto, Al parecía haber vuelto a su estado normal. Lástima que con Doris no fuera tan fácil.

- Supongo que dentro de poco va a llegar mi amigo –dijo Mary Sue mirando su reloj de muñeca, una delicada pieza de artesanía. Nick no sabría explicar por qué, pero estaba convencido que estaba hecho con plata de primera ley.- Ha llamado hace un rato diciendo que le había surgido con contratiempo y que intentaría ser aquí lo más pronto posible.
- Claro –asintió Doris, muy comprensiva.- Estará muy ocupado. Nunca se sabe, trabajando como actor…
Nick y Al intercambiaron una mirada de hastío.
- Bueno –siguió Mary Sue mientras les sonreía coqueta.- Sabéis muchas cosas sobre mí, pero yo todavía no sé nada sobre vosotros… -aquello era una verdad a medias. De hecho, después de volver de su segundo día al St. Puff, se había dedicado a rastrear en la red todo lo posible sobre sus nuevos compañeros.
Sabía que Nicholas jugaba en el equipo local de fútbol, que el año pasado había suspendido tres asignaturas y que cuando tenía siete años había estado hospitalizado por ‘causas desconocidas’. También que su padre vagaba en paradero desconocido, y que su madre era una de las principales forenses del centro policial de la ciudad.
Doris había nacido en el Tíbet, hija de una monja budista guerrera y un cazador con ascendencia vikinga, que había ido a vivir en Backshead justo antes de empezar la secundaria. Actualmente vivía con sus tíos en una pequeña casa, y practicaba taekwondo y kárate seis horas cada semana.
Alexander había sido expulsado de diez escuelas privadas diferentes en primaria por mal comportamiento o falta de motivación; también tenía antecedentes debido a un desafortunado incendio en la cocina de Nick cuando ambos tenían doce años. Su madre era la presidenta de la Hummingbird Corporation, una importante empresa de tecnología punta.
Pero Mary Sue tenía que mantener las apariencias por encima de todo.
- ¿Y qué quieres que te contemos? – dijeron Doris y Al a la vez, sólo que usando un tono de voz distinto; el de Doris era servil, mientras que el de Al marcaba una clara hostilidad, como diciendo ‘vete a la mierda’.
- Pues…-empezó Mary Sue dudosa.- No sé, cualquier tontería… ¿Hace mucho que sois amigos?
- Sí –afirmó Nick.
- No –negó Al.
- No somos amigos –apuntó Doris. -¿Qué?- añadió luego al ver la cara de los chicos.- Sois unos capullos, sólo voy con vosotros porque hacéis lo que a mí me da la gana.
- Oh, vaya…- murmuró Mary Sue.-
- Bueno, la verdad es que no hay mucho que contar –se excusó Nick, después de un largo y tenso silencio.- Todos llevamos una vida más bien corriente.
“Hasta que llegaste tú” añadió para sus adentros.
- Nick tiene razón –lo secundó Al.- Backshead es una ciudad más bien aburrida. Exceptuando la violencia y la contaminación, claro.
- Recorcholis –Mary Sue parecía ligeramente decepcionada.
De repente Doris sacó una navaja suiza del bolsillo del pantalón.
- A ver, nenes, si mi amiga quiere saber, vosotros le informáis –les amenazó blandiendo el arma.- Vamos, ya podéis empezar; quiero que cantéis incluso vuestro grupo sanguíneo.
Nick dio un respingo, comprendiendo que la advertencia iba únicamente por él, y justo cuando iba a empezar a hablar, se percató que a su lado había un chico al que no conocía. Era alto, moreno y todo en él parecía chillar ‘tío bueno’.
Y a juzgar por la mirada de sorpresa y placer que le dedicó Doris, era el famoso amigo de Mary Sue.
Genial, pensó Nick, las cosas no podían ir peor.
- Chicos, chicos, -empezó Mary Sue picando su vaso con la cucharita.- Os presento a Max T. Jackson. Es el amigo de que tanto os he hablado.
Doris respondió, más o menos, con un pequeño ruido orgasmático, y Nick giró la cabeza, fastidiado, murmurando un cortante ‘hola’. Miró a Al, esperando poder compartir su asco y aburrimiento.
A su mejor amigo se le estaba cayendo la baba encima la mesa. Y no metafóricamente.
Nick aprendió una gran lección: “Nunca pienses que las cosas podrían ir peor…”
- Hola, chicos, encantado de conoceros –dijo Max con una sonrisa de oreja a oreja.- Y también de verte otra vez, Alexander.
“…porque lo harán”.

1 comentari:

  1. Tan guai com sempreee!♥
    la Doris cada cop m'agrada més, és una crack(:
    jweajweajwea, ho havia endevinat! el no-suïcida és l'amor platònic de l'Al *-*
    aviam com acaba tot aquest 'embrollo':S

    ResponElimina